En medio de las lluvias intensas
Como cada semana, el pasado jueves 9 de Marzo, durante las lluvias intensas, algunos de nosotros nos presentamos frente al centro de abortos en la calle San Jacinto. La experiencia de estar ante ese edificio en medio de la lluvias nos recuerda la tormenta que oscureció la luz del día de la crucifixión de Jesucristo. Y como siempre, algunos empleados de este centro de abortos estaban afuera para tratar de distraer cualquier conversación que quisiéramos tener con las mamás que estaban a punto de entrar Cuando uno va a orar ante este centro de abortos, se da cuenta que siempre algunos de sus empleados se encuentran afuera para tratar de convencer a las mamás a que entren si nos ven platicando con ellas. No se puede negar que cuando nosotros estamos allí presentes somos las personas más vigiladas por sus empleados porque hablamos español, lo que para ellos es una pesadilla. Ellos saben que el español es el idioma hablado por muchas de las madres que acuden al centro de aborto. Saben que cuando hablamos en español con las mamás, el inglés de estos empleados no capta la atención de las mamás. Es cierto que los empleados a veces nos han llamado con palabras racistas mientras que no hacen lo mismo cuando se dirigen a nuestros hermanos pro-vida Protestantes que no hablan español. Sin embargo, aunque nosotros los que hablamos español somos los más despreciados por los empleados, ellos no pueden hacer absolutamente nada en nuestra contra. Pueden atacarnos verbalmente, pero no pueden tocarnos ni quejarse de nosotros, debido a que las leyes constitucionales de este país nos dan el derecho de estar frente a un centro de abortos para orar o tratar de hablar con las mamás que están a punto de entrar al edificio. Las leyes de este país nos protegen ante los centros de abortos y nos garantizan que nadie puede limitar nuestra presencia allí.
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